3 de enero de 2010

Cuando no pude seguir pensando dejé de leer, apagué la radio y prendí el televisor.
Cuando mi consciencia empezó a obligarme, dejé de tomar colectivos y aprendí a caminar a cualquier parte.
Cuando dejé de soportarme empecé a dormir.
Cuando mi infancia me vino a echar la culpa, empecé a escribir poesía.
Cuando me perdoné, tomé en serio la terapia.
Cuando me harté, dejé de llorar.
Cuando me sentí sola, empecé a comer compulsivamente.
Cuando me enojé con mi madre, empecé a crecer.
Cuando la perdoné, nos hicimos compañeras.
Cuando se murió por dentro, me hice guardaespaldas.
Cuando me di cuenta de que soy hija única, me convertí en obsesiva.
Cuando supe del cáncer, entré en pánico.
Cuando supe del suicidio, tomé consciencia.
Cuando empecé a callarme, aprendí de la perspectiva.
Cuando me fui de mi, supe del abandono.
Cuando decidí volver, aprendí de bienvenidas.
Cuando amé por primera vez, me enteré de lo sublime.
Cuando sobrevino el desamor, opté por la soledad.
Y acá estoy, algunos días mejor y otros no tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario