14 de marzo de 2007

Miguel Hernández

No pudimos ser. La tierra
no pudo tanto. No somos
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.
Un pie se acerca a lo claro.
En lo oscuro insiste el otro.
Porque el amor no es perpetuo
en nadie, ni en mí tampoco.
El odio aguarda su instante
dentro del carbón más hondo.
Rojo es el odio y nutrido.
El amor, pálido y solo.
Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.

Llueve tiempo, llueve tiempo.
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mí hasta el lobo,
dormimos y despertamos
con un tigre entre los ojos.

Piedras, hombres como piedras,
duros y plenos de encono,
chocan en el aire, donde
chocan las piedras de pronto.

Soledades que hoy rechazan
y ayer juntaban sus rostros.
Soledades que en el beso
guardan el rugido sordo.
Soledades para siempre.
Soledades sin apoyo.

Cuerpos como un mar voraz,
entrechocado, furioso.
Solitariamente atados
por el amor, por el odio,
por las venas surgen hombres,
cruzan las ciudades, torvos.

En el corazón arraiga
solitariamente todo.

12 de marzo de 2007

Exacto, Entonces.

Guardemos este espacio de tiempo. Guardamelo a mí, un rato no más, para sacarlo a pasear alguna vez, para llevarlo a mi pecho, para dejarlo. Punto.
Guardame este espacio, guarda que me voy y necesito galletas para el camino.

1 de marzo de 2007

Paralelismo y caída libre


Estoy convencidísima de que nadie nota ya la bicicleta que tenemos en el living. Pero por favor, analicemos la situación, estoy hablando de una biciceta instalada hace años cada noche en el living comedor. Tengamos en cuenta ahora las proporciones del ya mencionado ambiente, y ubiquemos mentalmente un modular, un televisor con su mueble correspondiente, una computadore que posee tambien su mueble, una biblioteca infestada de best sellers, dos sillones, un bolso, un gato y la bicicleta, la misma que nos trae a este embrollo.
Ella ahí, siempre azul, brillante y metálica estropeando el panorama hogareño, tapando los títulos de algunos libros, porque claro, gente muy inconsciente considera oportuno apoyarla justo encima de la biblioteca. Ella está ahí como una chomba turquesa haciendose notar, igual ya no rinde materias esta, se queda inmóvil e imposibilitada ocupando algunas baldosas, muy prácitas para llegar al baño, el placard, la ventana.
Tengo algunos moretones y un par de manchas de ¿grasa?. Tengo la mirada un poco cansada del turquesa, pero quein soy yo para emitir opinión al respecto, quien soy yo para mirar el living, jamás sala o salón, para notar las chombas a la distancia, para envidiar el verde de los sacos. Esta situación se torna preocupante, se adelanata unas baldosas más y está casi cruzando la puerta, es casi extraño notar que quiere usurparnos el pasillo y hacer de cuenta que no pasa nada, le podríamos transladar un colchocito, inflaflarle las gomas o regalarle un chomba de mejor color.