No voy a empezar por decir tu nombre. Ni nada acerca de vos. Sería
tonto. No voy a homenajearte.
La muerte, esa forma tan estúpida de despedirse. Vos, que siempre
te estabas yendo.
Ni adioses, ni quereres, ni nada.
Se apaga todo lo que hiciste, y eso nos trae tan al borde de la
vida, donde todo se hace impensable.
Ay de nosotros, chico de la i. Los que estamos de este lado, donde
queda lo injusto y ya.
No podría darte nombre. Mejor es rebautizarte en mis palabras. El
chico de la i, que se iba a cada rato. Que se va a cada rato. El
chico que se fue. Y paf. Punto final.