11 de julio de 2012

Entonces gracias.

Parece tonto. Nadie lo hubiera percibido. Ni siquiera yo de a ratos.
Todo empieza en Casa Nuñez. Cuando mi papá quiso comprarme una guitarra.
Nunca aprendí ni un solo acorde.
Nunca tuve ni me tuvieron paciencia. Un chavito musical.
Después siguió en el 2007 y el 2010. Con la cuerda rota. Un accidente trágico.
Me dijeron que iban a traerlas.
Y yo esperé, guitarra enfundada a que llegaran. La quinta, era, creo.
Nunca tuve voluntad para comprarla. Consulté a varias personas: ¿Y cómo se piden las cuerdas de guitarra?
Y otras veces me paré frente a la puerta de un negocio, tomando impulso para entrar.
Nunca las trajeron. Nunca fui.
Un día llegaste. Hiciste sonar todas las guitarras del mundo.
Me enseñaste tres acordes. Cebaste mate.
Y empezamos otra vez.
Gracias, entonces.