29 de octubre de 2010

Carta abierta al compañero


Nunca me había sentido compañera. Nunca en este sentido, al menos. Tal vez porque solo conocí una militancia más mezquina, de esa que hoy se ríe de los que vamos llorando camino a Plaza de Mayo.
Nunca me había sentido hombro a hombro. Compartiendo el abrazo con desconocidos. Pasando el mate. Cargando banderas improvisadas, hechas con amor y torpeza y pocos días de lucha.
Nunca me había sentido huérfana, en el más visceral sentido. Con el dolor en las manos y las piernas y los ojos. Con el dolor en la voz que va cantando afónica para que la muerte se asuste y se vaya y se acobarde y te devuelva.
Nunca la tristeza, la más profunda tristeza, se nos había hecho tanta militancia. Porque cantando nos cantamos y echamos a la basura afuera de estas calles que son nuestras. Porque cantando advertimos a todos los traidores que estamos firmes y seguimos construyendo.
Y todo empieza de nuevo hoy, que la tierra va a parir nuevas flores, buenas flores, combativa primavera. Esta estación florida que nos viene desde el sur y nos contagia y nos devuelve la esperanza y nos saca los miedos y nos cercena la tristeza.
Porque este compañero no nos abandona, porque este militante nos florece, porque nos nace de las calles y del centro del cuerpo.
Porque me siento hija, madre, compañera.

Te depido Néstor,

¡Hasta la victoria siempre!

3 comentarios:

  1. Es muy lindo esto que escribiste María.
    Agregar algo ya sería reiteración de mi parte.

    ResponderEliminar
  2. Sos una pelotuda María, me hiciste llorar con tu firma en mi blog.

    (el pelotuda fue con cariño).

    ResponderEliminar
  3. Hermoso.
    Lo demás me queda chico.

    Te quiero más que siempre.

    ResponderEliminar